lunes, 16 de abril de 2012

La fuente de los milagros

LA FUENTE DE LOS MILAGROS

Érase una vez, en una estación de tren, un conejo iba caminando por la vía de tren, cuando... ¡piiiii piiiii, piiiii piiiii! Un tren venía rápidamente
por la via donde estaba el conejito. El conejo salió corriendo cuando se llegó a enterar, pero el tren era más rápido que él. Yyyyyyy ¡Pun!
El tren pilló la pata del conejo. El conejo estaba en medio, entre las piedras.

El conejito siguió entre las piedras más de dos días hasta que lo encontró un granjero. Cuando el granjero y el conejo llegaron a la granja, el
granjero dejó el conejo encima de su cama, le vendó la pata y lo dejó dentro de su casita para que descansara. Cuando se despertó, le puso un tarro de comida. No se comió todo porque no tenía hambre. El granjero le puso un cuenco lleno de agua y se la bebió. Lo que
pasa es que tenía sed. Al conejito le empezó a doler la tripa por beber el agua tan rápido.

El granjero lo puso otra vez al conejito en su cama para ver que le pasaba. Le puso agua con una manzanilla, se tumbó en la cama y se
durmió. Cuando se despertó, ya no le dolía la tripa, pero sí la pata que le había pillado el tren. El granjero le quitó la venda, ¡la pata del conejito
estaba hinchada! El granjero le puso un hielo en la pierna para que se deshinchara, pero no se le bajaba el hinchazón. Probó con todas las
medicinas y pastillas que le echaba al conejo en su tarro de agua, pero no había manera.

Luego, pasados unos días, el conejito se estaba muriendo, y el granjero no sabía que hacer. Después de un rato, al granjero solo se le
ocurrió ir al veterinario de animales. Allí le dijeron que probablemente se pondría bien. Pero la cosa no iba bien, el conejito se encontraba
aún peor y tuvieron que llamar a un veterinario experto en curar conejos. Él dijo que el impacto había sido muy fuerte y brusco y que
alomejor, no se podría recuperar.

Pasado un tiempo, avisaron al granjero que pasara. - Lo siento mucho, señor granjero. - Dijo el veterinario. ¡El conejo había fallecido!
El granjero no se lo podía creer. Se puso a llorar. De repente, al granjero le vino una cosa a la cabeza, un día le dijo su abuelo cuando
era joven, que en medio del bosque que había al lado del pueblo, había una fuente que hacía milagros. El granjero fue a buscar la
fuente, yyyyyyyyy... ¡La encontró!

La fuente era pequeñita y de color negro, el granjero se puso de rodillas y suplicó por el conejo. Al final, el conejito resucitó y vivieron
juntos para siempre.

FIN

Publicado por Eustaquio

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